lunes, 1 de marzo de 2010

CARLOS MONTEMAYOR


En mayo de 2004 tuvela oportunidad de convivir con Carlos Montemayor, quien acudió a dar una ponencia en la Feria Nacional del Libro de León FENAL (En la cual aún fungía como asistente de prensa).


Mi primera impresión que me dió Carlos Montemayor fue que se trataba de un hombre arrogante y despectivo. Cruzaba muy pocas palabras con la gente (incluidos los que teníamos a nuestro cargo el desarrollo de la feria) y, al momento de tomar su lugar en la mesa de conferencias, lo primero que dijo (con la mejilla apoyada en su mano, un desplante de aburrición y hartazgo) fue "bueno, pues de qué quieren que les hable".


No repetiré lo primero que se me vino a la mente al ver su actitud (menos ahora), pero el auditorio (un escaso auditorio, que a lo mejor fue la causa de su comportamiento) pasó por desapercibidos sus desplantes y le pidió que hablara de su vida.


A duras penas comentó algo de su biografía, con la monotonía de alguien que sólo pretende cumplir una encomienda. Pero al tocar el punto de su activismo en pro de los indígenas, el auditorio pidió profundizar en ello. Entonces, el Carlos Montemayor pedante desapareció. Fue surgiendo poco a poco el narrador, el defensor de los derechos humanos, el conocedor profundo de la historia y las causas del levantamiento zapatista.


La comunión entre el literato y el público se fortaleció. De pronto, al concluir una explicación relacionada con el zapatismo, los asistentes aplaudieron eufóricamente haciendo creer que se daba por concluida la conferencia. Cuando el encargado de sonido se dispuso a leer los agradecimientos y Montemayor a levantarse, una persona se levantó y le dijo "no aplaudimos para que se vaya, le aplaudimos porque nos gustó lo que dijo". Así, la conferencia se alargó más de la cuenta e,incluso, Montemayor tuvo que posponer una entrevista telefónica con Fernanda Tapia para continuar.


Radicalmente cambié mi opinión sobre Carlos Montemayor e incluso su libro "El alba y otros cuentos" (que conseguí en esa ocasión y el cual tiene su firma) lo sigo conservando de manera muy especial.


Así, cuando una persona de la talla de Montemayor fallece realmente la pérdida no pesa tanto, pues su legado trasciende a miles (o millones) de desconocidos que lo harán perdurar para siempre.


(Próximamente, en http://www.fotograma-net.blogspot.com/ , podrán observar una secuencia de fotos de aquella conferencia a manera de homenaje).

1 Comentário:

Addy Góngora Basterra dijo...

Interesante el texto. ¿De quien es la ilustración de Montemayor? ¿Es tuya?

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